Era viernes. Concretamente el viernes
29 de Enero de 1999. Si uno acude a la hemeroteca observa que pese a
haber pasado dieciocho años, hay alguna que otra noticia que resulta
completamente actual. Por ejemplo ésta: El PP abre hoy su XIII
Congreso con todas las incógnitas resueltas. Parece que por algunos
no pasan los años. Y parece también que aquel día la noticia más
importante del día era el relevo de Juan Antonio Samaranch,
gravemente afectado por una crisis en el seno del COI, al frente de
la presidencia de La Caixa. Pero para mi y para mis amigos del
momento esa no era la noticia del día. La noticia era que era
viernes, y empezaba la Copa del Rey de baloncesto, una de las
competiciones más bonitas del deporte. O al menos así era...
La Copa de los años 90 tenía algo, no
sé lo que era, quizás fuese la incertidumbre ante el resultado
final, o tal vez fuera la hermandad (y rivalidad) entre las aficiones
y el ambiente que generaban. O tal vez fuera el increíble despliegue
de los medios de comunicación que vivían este torneo de una manera
muy especial, incluyendo por supuesto la televisión pública que
emitía el torneo íntegro en su totalidad. O tal vez es que
simplemente éramos adolescentes, con todo lo que ello implica a
nivel emocional, y estábamos enamorados de este precioso deporte
llamado baloncesto.
Supongo que habrá de todo un poco, es
verdad que hay cosas que han cambiado y sería mentira no decirlo. El
mundo ha cambiado a una velocidad de vértigo y el deporte de la
canasta lo ha hecho al mismo paso. La NBA lo absorbe (casi) todo y
las dificultades a la hora de realizar plantillas duraderas han sido
directamente proporcionales al desarraigo de algunas aficiones en la
forma de relacionarse con sus jugadores.
La privatización de muchos aspectos
relacionados íntimamente con el juego unidos a la crisis económica
de los últimos años han incrementado unas desigualdades de las
cuales los mayores beneficiados son los dos equipos grandes, en el
caso de España. La desigualdad entre los dos grandes y todos los
demás ha pervertido mucho el baloncesto español. Ahora, el margen
para la sorpresa es mínimo. En un artículo de Luis Gómez en El
País de aquel viernes de 1999, y del cual por cierto he copiado el
titular, el periodista comenta entre otras muchas cosas que: "La
Copa se ha consagrado como un torneo susceptible de acoger sorpresas.
Las estadísticas lo avalan: siete ganadores en los últimos siete
años". Más o menos igual que ahora. En las últimas siete
ediciones sólo han ganado el trofeo el Madrid (cuatro veces) y el
Barça (tres).
Quizás, como decía Herb Brooks, el
seleccionador americano que hizo ganar a los Estados Unidos la
medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Invierno en 1980, hemos
perdido la capacidad para soñar.
De los ocho participantes en la Copa
del Rey 2017 hay tres que no la han ganado. Estos tres equipos son:
Iberostar Tenerife, Morabanc Andorra y Herbalife Gran Canaria. Creo
que es hora de que alguno de ellos la gane. Sería bonito que saltase
la sorpresa.
Por cierto, esta Copa será la número
ochenta y uno. La Caixa, de la cual hablaba más arriba en relación
a las noticias de hace dieciocho años, está creando una serie de
vídeos junto con la ACB para homenajear esas 80 Copas. Tengo que
decir que todo lo que sea recordar baloncesto me gusta.
Y curiosamente uno de los vídeos ya
realizados es el de la Copa de 1999, aquella Copa que mis amigos y yo
vivimos con tanta emoción. Ellos llaman al vídeo: La primera Copa
de Scariolo.
Millera, Beric, Bennett, Bonner,
Winters, Turner, Scott, Corrales... Otros tiempos.
P.D: Por cierto, como no vivimos sólo
del pasado, esta Copa del Rey 2017 la cubriré parcialmente para la página en la
que colaboro desde hace tres años: